jueves, 1 de junio de 2017

Leche materna "ORO PURO" para tu bebé

La leche materna cambia adaptándose al crecimiento del bebé aportándole en cada momento todos los nutrientes necesarios para su correcto desarrollo. Además, cambia de sabor en función de los alimentos que ingiere la mamá. De este modo el bebé tendrá una más fácil adaptación a los alimentos que más tarde, complementarán a la leche al haber percibido a través de su madre distintos sabores.

El calostro es puro “oro líquido”. Así ha sido apodado por muchos expertos...
Concentra en su composición los ingredientes idóneos para el recién nacido. Se comienza a formar a partir del 5º ó 6º mes de embarazo y en el nacimiento está ya preparado para ser consumido. Como alimento, jamás tomará el niño a lo largo de su vida nada tan apropiado y ajustado para él como el calostro
Es mucho más que un traje a medida, porque ningún traje hecho a medida crece junto con el niño y en cambio el calostro si. Como primera leche tiene básicamente una composición alta en IgA, inmunoglobulina y agente antiinfeccioso. Justo lo que el bebé, recién nacido y con un sistema inmunológico primitivo todavía, necesita para entrar con buen pie en la vida. Es el cimiento sobre el cual se va a edificar el edificio que será la vida del niño.
El calostro tiene el mismo sabor que el líquido amniótico y proporciona al recién nacido, que ya está acostumbrado a probarlo en el período fetal, un sentimiento de seguridad, pues percibe que existe una continuidad entre lo que probaba en la barriga y la nueva vida que le aguarda. He aquí otra razón de por qué este líquido es, para él, la mejor bienvenida al mundo.
Tras unos cinco o seis días desde el nacimiento, el bebé empieza a ingerir una leche distinta. El calostro se ha ido adaptando y variando su composición para “crecer” junto al bebé y cubrir sus necesidades energéticas. Los primeros meses de la vida, el cuerpo humano desarrolla todo su potencial de crecimiento ¿como no iba a necesitar una fuente de energía potente?. Para ello está la leche materna. Esta segunda leche no es todavía la leche definitiva que tomará el bebé a lo largo de su etapa lactante. Es todavía muy chiquitín y su intestino aceptará de mejor grado una leche más ligera en grasas, más aguada. Esta leche de transición tiene algunas propiedades similares al calostro y algunas propiedades similares a la leche que tomará el bebé más adelante. Es ideal para su intestino, su sistema digestivo y sus riñones. Durante las 2 o 3 semanas siguientes, el pecho de mamá fabricará esta leche.
A partir de, más o menos el primer mes de vida, la leche que toma el bebé ya es la leche definitiva, la que tomará a lo largo de su etapa lactante. Exactamente no es así, ya que la leche materna no cesa de cambiar a lo largo de la lactancia, mejorando y cambiando constantemente, “creciendo” junto con el niño.
Pero, ¿qué ocurre si Mamá se enferma por una gripe, un resfriado una infección intestinal?, ¿qué pasa entonces con la leche?, ¿le contagiará al bebé su enfermedad?. Pues no, todo lo contrario. Cuando la madre contrae una infección, por ejemplo, su cuerpo comienza a producir defensas en el sistema inmunológico a fin de hacer frente al ataque. Puesto que la leche materna está compuesta en gran parte por células vivas, glóbulos blancos, o sea, los soldados del batallón adiestrados por Mamá para luchar contra la infección, el bebé estará recibiendo a través de la leche materna, todos estos anticuerpos y quedará protegido contra la misma enfermedad. Es una especie de “vacuna” biológica en la leche materna. Es así de perfecto.
Otra de las ventajas del amamantar consiste en que la leche materna cambia de sabor en función de los alimentos que ingiere la madre. El niño va asimilando así los distintos sabores de la dieta de la madre. Así cuando comience a probar nuevos alimentos, será como si en realidad ya recordase esos sabores. Muchos niños muestran gran interés en probar pequeños bocados de la comida de los platos de sus mamás, tan pronto como tienen edad para ello. Así los niños orientales por ejemplo, acostumbradas sus mamás a condimentar sus platos con exóticas especias, recordarán un sabor parecido cuando inicien la alimentación con sólidos.
La leche materna es tan perfecta que incluso cambia durante una misma tetada. Es más líquida y ligera al principio para convertirse en espesa y grasa al final. Las madres que amamantan pueden darse cuenta de estas diferencias si comparan la apariencia de las gotas de leche que caen al principio de la tetada, algo transparentes con las del final de la tetada muy blancas y espesas. Tiene su lógica, si pensamos que el bebé no necesita ingerir nada más que leche de su madre durante la lactancia. No necesita agua, ni zumos, ni manzanilla… La leche inicial, más aguada, calmará su sed y la leche final, la más grasa calmará su apetito. Es como un postre cremoso, por eso a lo largo del día cambia según las necesidades de tu bebé.
Foto: crianza con apego natural

No hay comentarios:

Publicar un comentario