jueves, 29 de junio de 2017

Ideas para anunciar tu embarazo

¿Estás embarazada? ¿Quieres compartirlo y no sabes cómo? Te presentamos algunas ideas geniales para expresar la llegada de tu bebé.
















Fotos: Facebook

sábado, 24 de junio de 2017

¿Sabes qué hace tu bebé dentro del vientre? ¡Te sorprenderás!

Aunque no lo creas tu bebé no sólo da pataditas o se chupa el dedo. Gracias a la tecnología de los ultrasonidos ahora se sabe que son más activos de lo que se creía...

Sigue leyendo las asombrosas cosas que hace mientras está en tu pancita.

1. Se mueve y gira sobre sí mismo
A medida que crece buscará la posición que más le resulte más y para lograrlo, se moverá constantemente y girará sobre sí mismo. Además, en el último trimestre del embarazo ya se colocará boca abajo en posición para nacer.

2. Sufre episodios de hipo
El hipo es muy frecuente en los bebés y es muy gracioso ver cómo se mueve la panza de la mamá subiendo y bajando.

3. Abre los ojos
Según expertos, alrededor de la semana 25 el bebé puede ver luces brillantes que provengan del exterior. Y conforme pasan las semanas, si pones una luz muy brillante en el vientre, el peque intentará taparse la cara con sus manos para evitar la molesta luz.

4. Saca la lengua
Cuando esto ocurre es porque está probando el líquido amniótico y desarrollando de este modo, el sentido del gusto. ¡Relájate! Esto es normal y lo hace con más frecuencia cuando la mamá haya comido algo dulce.

5. Te escucha
Está comprobado que a partir de la semana 28 el oído ya está lo suficientemente desarrollado como para escuchar una melodía y guardarla en la memoria. Algunos bebés han demostrado reconocer una melodía que escucharon en el vientre después de nacer.

6. Se ríe y bosteza
El bostezo puede ocurrir cerca de la semana 18 y en la semana 26 aparecen los primeros esbozos de la sonrisa. Si tienes suerte, ¡lo podrás ver en un ultrasonido!

7. Hace pipí
Sí, aunque no lo creas, el bebé orina dentro del útero para excretar todas las toxinas que le llegan a través del cordón umbilical. ¡Eso no es un asunto preocupante ya que el líquido amniótico se renueva todos los días!

Fuente: Padres e hijos

lunes, 19 de junio de 2017

¿Por qué los niños ven la misma película muchas veces?

¿Si digo “la gallina usa falda y el gallo…” sabes lo que sigue? ¿Te sabes los diálogos de Woody y Buzz? ¿Te descubres cantando Libre Soy en la regadera?

Si has respondido que sí a cualquiera de las preguntas anteriores, sabemos que eres mamá de un niño pequeño. 

Todos los niños quieren ver muchas veces su película favorita; a veces, incluso repetirla cuando acaba de terminar. Lo mismo pasa con las canciones, los cuentos y los juegos... ¿Quién no ha pasado media hora jugando a ¿Dónde está Andrea? ¡Aquí está! Aunque a nosotros después de la doceava repetición de “PinPon es un muñeco” nos parezca que queremos prenderle un cerillo al muñeco de cartón, hay una razón científica para que nuestros hijos quieran escucharla una vez más: su cerebro está hecho para aprender por medio de repetición de patrones.

Esta es la manera en la que el cerebro infantil aprende habilidades físicas y prácticas, así como el sentido del mundo en general.
Seguir un argumento de una película o una historia infantil, por más sencilla que parezca, es un reto y un esfuerzo para los niños. Por eso, se sienten felices cuando al verla una vez más, entienden un poco mejor el hilo y les hace más sentido.
La repetición constante no sólo ayuda al desarrollo de habilidades de lenguaje y narrativas, sino la capacidad de comprensión y aprendizaje.
Joan Wenter, doctora en psicología del desarrollo, explica: “una vez que un niño ha dominado el diálogo de una película o la letra y baile de una canción, quiere celebrar su éxito participando de lo que ha visto, así que quiere continuar viéndola”.
En el caso de las películas para niños, los dibujos, la música y los colores brillantes atraen aún más su atención y lo hacen aún más feliz.
¿Sabes cuál es el mayor éxito de todos? 
Poder “predecir el futuro”. Una vez que los niños han visto 200 veces el capítulo de Dora y pueden responder correctamente el camino que debe tomar en el Mapa, se comprueba a sí mismo su habilidad y competencia. Y eso los hace sentir increíble.
Al ir creciendo, la magia de lo que podemos obtener de la repetición se acaba. Ahora podemos “predecir” lo que pasará en “x” situación y sabemos cómo funciona el mundo (casi siempre), así que no necesitamos repetir una narración que ya conocemos. Eso pasa con la canción de moda: la escuchamos hasta que el cerebro se acostumbra a ella y deja de generar dopamina, por lo que la felicidad de escucharla se extingue.
La excepción son aquellas películas o historias de la infancia, que nos hacen desarrollar vínculos afectivos y nos devuelven a tiempos más sencillos y alegres. Por eso podemos ver cien veces, como cuando niños, las películas que veíamos entonces; porque el valor musical importa menos que el tiempo al que nos remiten, y el ritual que acompaña el escucharlas.
La próxima vez que veas a tu hijo cantar 100 veces a la Gallina Pintadita o que te pida ver de nuevo el mismo capítulo de Peppa Pig, piensa que un día cuando crezca, será para él un hermoso recuerdo… y canta con él.
Fuentes: BabyCenter, La Voz del Muro

jueves, 15 de junio de 2017

Los mejores nombres para niña con su significado


Ya sabes que tu bebé será niña y ¿estás buscando un nombre poco común, con mucho significado, que represente realmente lo que deseas para ella?

Te dejamos la mejor lista de nombres para tu princesa:




















martes, 13 de junio de 2017

Acelera tu metabolismo y baja de peso más rápido después de dar a luz

No tienes que matarte de hambre, no es bueno para tu salud ni para la de tu bebé. Sólo sigue estos consejos.



Cuando sientes que te has estancado y ya no logras bajar esos kilitos de más que aún te quedan después del parto, puede ser que no sea un tema de que estás comiendo muy mal, el secreto es aprender cómo hacer trabajar tu metabolismo y ¡listo!



No les digas no a los carbohidratos
¡No, no son los malos de la historia! Éstos son lo que nos da energía, no debes eliminarlos de tu alimentación para siempre, sólo debes encontrar el equilibrio de ellos con el resto de los alimentos

¡Controla la sal!
Es también esencial, sobre todo si es yodada, pero como todo, en exceso no es sano.

Alimentos más naturales
No debes dejar de comer alimentos, sólo prefiere los más naturales y que no están tan procesados.

¡Toma agua!
Tomar líquido mejora el metabolismo, porque cuando estás deshidratado al cuerpo le cuesta más seguir cumpliendo sus funciones normales y además, la sed se puede confundir con hambre, lo que hará que busques comida en lugar de un vaso de agua.

¡Relax!
La ansiedad y el estrés nunca son buenos y muchas personas, cuando están preocupadas, comen.

Mantente activa
El ejercicio te ayudará a mantenerte relajada y es la mejor manera de mantener tu metabolismo trabajando, además de que es la única manera de quemar calorías y tener un gasto calórico perfecto.

Consume alimentos ricos en hierro
Es la mejor manera de combatir el cansancio y falta de sueño. Lo encuentras en pescado y carne.

Dile adiós a la comida chatarra
Los alimentos muy procesados, muy dulces o muy salados alentan tu metabolismo y te aportan más calorías de las que realmente necesitas. Si se te antoja un postre de vez en cuando elige uno más sano.

Descansa y no te desveles
Es la forma en que y cuerpo se recupera, ya que si te sientes agotada y no descansas lo suficiente, el estrés se convertirá en hambre y así comienza en círculo vicioso.

Comienza el día temprano
Cuando logres dormir no tarde, lograrás cambiar tu reloj biológico y comenzarás a tener más energía en las mañanas. Según estudios, la luz y el sol de las mañanas pueden influir de forma positiva en el metabolismo y controlar el gasto energético.

Fuente: padres e hijos

sábado, 10 de junio de 2017

Cuando la causa de infertilidad reside en el mal funcionamiento de tus ovarios

En términos generales, nos encontramos ante un caso de infertilidad cuando no se ha conseguido un embarazo tras un año de relaciones sexuales regulares sin protección. 

Las causas pueden ser variadas: problemas en el coito, factores vaginales o/y del cuello uterino, obstrucción de las trompas de Falopio, problemas en el semen… Incluso existen situaciones en las que las causas de la infertilidad terminan siendo desconocidas.
Centrándonos en el tema de este artículo, el factor ovárico es uno de los más frecuentes. Para entender esta causa, es importante saber qué son los ovarios y qué problemas se asocian a la función ovárica. 

¿Cómo funciona el ovario?

La función ovárica está regulada y coordinada desde el hipotálamo y la hipófisis a nivel cerebral. Estas estructuras producen hormonas, las gonadotropinas, que controlan al ovario. En respuesta a estas hormonas, en el ovario se desencadena el ciclo ovárico: el reclutamiento y la maduración de generalmente un óvulo, que será ovulado el día 14 si el ciclo es de 28 días.
En paralelo a esto, el ovario también produce hormonas de forma variable durante el ciclo menstrual, principalmente estradiol y progesterona, que se encargan del desarrollo y maduración del endometrio en la cavidad uterina, preparándolo para el fenómeno de la implantación embrionaria.

¿Qué problemas suelen afectar a la función ovárica?

Existen distintos problemas que suelen vincularse a un factor ovárico que termine mermando la fertilidad femenina. Por ejemplo, la ausencia de ovulación o anovulación crónica es uno de los más frecuentes como causa de infertilidad en reproducción asistida, y normalmente se asocia al síndrome de ovarios poliquísticos.
Otros trastornos endocrinos también pueden afectar a la función ovárica y, por tanto, causar infertilidad en la mujer. Un ejemplo son los hipogonadismos de causa central, como el síndrome de Kallmann, el hipertiroidismo, el síndrome de Cushing, etc. En general, cualquier trastorno hormonal puede traducirse en problemas de ovulación y por ende en infertilidad.
Existen también problemas transitorios, como el estrés o las perdidas o ganancias de peso excesivas, que se pueden asociar a anovulación. Si estas situaciones se prolongan en el tiempo, pueden acabar provocando infertilidad en la mujer.
Por otro lado, hay causas de anovulación primarias del ovario asociadas a ausencia o imposibilidad de ovular por falta de ovocitos. Ocurre en situaciones de nula reserva ovárica como el síndrome de Turner, disgenesia gonadal hereditaria caracterizada por la ausencia de tejido ovárico casi absoluta.
El fallo ovárico precoz, una menopausia que se presenta antes de los 40 años de edad, o la menopausia propiamente dicha, donde se “agota” la reserva de óvulos en los ovarios, son también factores de infertilidad asociados a la función ovárica.
Aparte de estas causas, también debemos mencionar a la endometriosis por su relación con la fertilidad. Se trata de una patología inflamatoria crónica, asociada a infertilidad por producir alteraciones anatómicas pélvicas, y ser causa de una menor calidad en los ovocitos

¿Qué soluciones existen para lograr un embarazo en casos de factor ovárico?

Afortunadamente, a pesar de todas las causas de infertilidad mencionadas en relación a la función ovárica, existen soluciones para ser madre incluso en estas situaciones.
Como imaginarás, el tratamiento del factor ovárico de infertilidad dependerá de la causa que lo produzca. Siempre debemos intentar encontrar el origen del problema, por lo que estos  tratamientos siguen dos líneas:
Una de las soluciones al factor ovárico trabaja la estimulación y el control de la ovulación con o sin técnicas de reproducción asistida. A esto se le suele sumar el manejo y la compensación de patologías asociadas, como el hipo o hipertiroidismo, la diabetes mellitus, el manejo metabólico del síndrome de ovarios poliquísticos, etc.
La segunda línea de solución a la causa ovárica pasa por la donación de ovocitos mediante una Fecundación in Vitro. Es la única alternativa para lograr un embarazo cuando se ha agotado la “reserva ovárica”, como ocurre en la menopausia o en el fallo ovárico precoz. Este tratamiento también está indicado en casos de alteraciones genéticas, para evitar su transmisión a la descendencia, y cuando hay una mala calidad de los ovocitos objetivada en repetidos fallos de Fecundación in Vitro. 
Fuente: Centro Gutenberg/es
¿Llevas más de un año intentando quedarte embarazada y no lo consigues? El factor ovárico puede ser la causa. Si te encuentras en esta situación, no lo dudes más… ¡pide cita con nuestros especialistas!

miércoles, 7 de junio de 2017

6 tipos de contracciones ¿Sabes para qué sirve cada una y cómo puedes aliviar el dolor que causa?

Las contracciones aparecen en distintos momentos y tienen diferentes funciones. No te avergüences si alguna vez te presentas en la clínica maternal pensando que estás de parto y no es así. Esta situación sucede con cierta frecuencia. Pero para estar más tranquila, te interesa saber cuáles son los distintos tipos de contracciones que existen.


1. Contracciones que entrenan el útero

Las primeras que sentirás son las de Braxton Hicks. Hacia el octavo mes de gestación disminuye la producción de progesterona (es la hormona que impide que el útero se contraiga para expulsar el bebé que alberga en su interior), al tiempo que se incrementa la secreción de oxitocina, que es la hormona que favorece las contracciones uterinas. A partir de ese momento puedes comenzar a sentir estas contracciones. En realidad se producen a lo largo de todo el embarazo, de forma imperceptible, y empiezan a hacerse notorias a mediados del último trimestre. Pero sólo a veces, porque hay madres que no las perciben.
No son dolorosas (la molestia es similar a la de una menstruación fuerte), se localizan en la parte baja del abdomen y producen un repentino endurecimiento del mismo. Si tú las experimentas y te resultan muy incómodas, túmbate, descansa y respira hondo, ya que paran con el reposo, no tardarás en sentirte mucho mejor.

2. Las contracciones prodómicas

Más molestas que las anteriores son las contracciones llamadas "prodómicas", que son las que preparan el organismo de la futura mamá para que pueda hacer frente al momento del parto. Se sienten en la última semana del embarazo, a veces van acompañadas de la expulsión del tapón mucoso y su misión es ir acortando el cuello del útero poco a poco, hasta borrarlo, para que acto seguido comience a dilatarse.
A diferencia de las contracciones "de verdad", se localizan en la zona lumbar, no llegan a prolongarse más de 30 segundos y en lugar de ir haciéndose más frecuentes, dejan de darse en menos de 20 minutos. Pasado este tiempo, volverás a sentirte completamente normal.

3. Las contracciones de dilatación

Las auténticas contracciones de parto, las de dilatación, suelen presentarse de forma regular, aunque bastante espaciadas (cada 15 o 20 minutos), con una molestia parecida a un incómodo dolor de riñones, que poco a poco se va dirigiendo hacia el vientre.

En un primer momento, las auténticas contracciones de parto no se prolongarán más de 20 segundos, pero a medida que se acerque el momento del parto se irán haciendo más largas, intensas y frecuentes. Cada vez que te sobrevenga una sentirás una leve tirantez en la zona del bajo vientre, al tiempo que el estomago se pone muy duro.

A partir de ese momento no comas nada (por si tienen que ponerte anestesia total) y controla con tu pareja el tiempo que dista entre una contracción y la siguiente. Deben estar muy atentos y cuando se produzcan cada menos de 10 minutos, aunque aún tardarás bastante en dilatar (entre 8 y 12 horas si eres primeriza, y entre 4 y 6 si has tenido más hijos), sal para la clínica.

4. Contracciones de transición

Una vez que el cuello del útero se borra (cuando alcanza de 2 a 4 centímetros de dilatación) comienza la fase de transición, en la que el bebé empieza a descender por el canal vaginal. En esta fase las contracciones son muy largas (duran hasta 90 segundos), intensas y continuadas (se dan cada minuto y medio).

Si vas a dar a luz con la epidural, a partir de este momento dejarás de sentir dolor. Pero si no vas a solicitarla o por cualquier motivo no pueden ponértela, te vendrá muy bien saber que si te colocas de lado y mantienes un ritmo respiratorio regular, lograrás relajarte y sentirte mejor. Esta postura, además, te ayudará a controlar las ganas de empujar.

Ya sabes que hasta que alcances los 10 centímetros de dilatación no debes pujar. Tu hijo aún no dispondrá de espacio suficiente para salir y tus esfuerzos sólo servirán para agotarte y hacerle daño. En esta fase, más que en ninguna otra, seguir las indicaciones del médico es básico para que todo vaya bien.

5. Contracciones de expulsión
Las contracciones finales, aunque son las más fuertes, duraderas y seguidas, son las más gratificantes para la inminente mamá, pues sabe que se trata del último esfuerzo.
En esta fase la persona a cargo te dirá que empujes en cada contracción y que en el intervalo entre una y otra respires profundamente, para recuperar fuerzas.
Tu hijo puede tardar 40 minutos en asomar su coronilla si eres primeriza, y mucho menos si has dado a luz antes. Cuando esto ocurra tendrás que dejar de empujar unos instantes, hasta que el médico compruebe que el cordón umbilical no le oprime el cuello cuando salga la cabeza. Sólo faltan dos o tres empujones para que el niño salga por completo, lo que hará sin mucho esfuerzo.

Transcurridos 10 minutos de la expulsión comienza el alumbramiento. En esta última fase del parto el útero también se contrae, pero estas contracciones no tienen la misión de ayudar al niño a salir, sino la de expulsar la placenta. En cualquier caso, no temas. Serán sólo cuatro o cinco y mucho menos dolorosas que las de las fases anteriores.

6. Las contracciones del día después 

Después de dar a luz, cuando se te pase el efecto de la anestesia, comenzarás a sentir de vez en cuando unos fuertes retortijones en el bajo vientre. No te preocupes, porque estas contracciones que sentirás en la zona inferior uno o dos días después del parto son completamente normales.
Se producen porque el útero ha empezado a contraerse para recuperar su tamaño normal, el que tenía antes de que te quedaras embarazada. Con el primer hijo apenas se notan, pero con los siguientes pueden ser bastante intensos y dolorosos.
Para aguantarlos mejor, cuando te sobrevengan aguanta la respiración y abrázate con fuerza a una almohada. Si este remedio no te sirve, pregunta a tu médico si puedes tomar algún calmante que no interfiera en la lactancia. Y no te extrañes si se te agudizan mientras amamantas a tu hijo: ocurre porque la succión de los pezones produce un efecto reflejo en el útero, que hace que se contraiga con más rapidez.
Ten paciencia: esta molestia no dura más de tres o cuatro días y tiene el aspecto positivo de que te ayuda a recuperar la línea más rápidamente.
Fuente: crecer feliz


domingo, 4 de junio de 2017

9 Pautas para criar en positivo: el niño malo no existe.

Todos queremos unos niños educados, que proyecten una buena imagen de nosotros como padres...


Cuando me inicié en la crianza respetuosa, tenía el temor de caer en un tipo de crianza permisiva. En los foros de crianza con apego en los que me movía mientras mi hijo era un bebé, había visto numerosas consultas de madres que no sabían qué hacer cuando su peque "no se portaba bien". Y los consejos, por regla general iban en la línea de "a esa edad es normal", "yo lo que hago es explicarle." "Es una etapa, ya pasará". Y también había quien directamente rechazaba el concepto de "Disciplina". En general me ponía nerviosa porque me parecía que ponía a los padres en una posición demasiado pasiva, para mi gusto. Yo tenía la sensación de que en general se ponía demasiado el foco en que NO hacer: Nada de castigar, y por supuesto NADA de pegar, pero no me parecía que se compartieran suficientes herramientas para sustituir los métodos tradicionales de disciplina. Así que mi afán estaba en rellenar esos huecos. "Vale, no quiero pegar, y no quiero castigar, pero entonces ¿Qué hago?" Y de nuevo Janet Lansbury al rescate. En este artículo El niño malo no existe: Disciplinar sin avergonzar (9 pautas) nos ayuda a contestar esa temida pregunta ¿y entonces, qué hago? Este artículo tiene también una versión en español latino que está publicada en la web oficial, así que no lo voy a traducir esta vez, porque creo que se entiende bastante bien. Recomiendo encarecidamente su lectura, aunque hay alguna cosilla que puede chirriar y que me gustaría comentar. Las 9 pautas que propone son las siguientes:


1. Entorno predecible y expectativas realistas: Los niños pequeños necesitan rutinas que les ayude a sentir cierto control sobre sus vidas. Esto no significa tener que encerrarte en casa durante sus primeros años para que sus horarios no se vean afectados jamás. Pero sí tener en cuenta que si vamos a una cena que hace que nuestro peque no esté en la cama a su hora, la responsabilidad en el caso de que "se porte mal" es nuestra, no suya, así que no será justo que sea él quien pague las consecuencias con castigos y malas palabras.

El mantra de la disciplina positiva
2. No tengas miedo ni te tomes el mal comportamiento como algo personal:Cuando nuestros hijos "se portan mal",sobre todo si es en público, nos sentimos observados, juzgados, y sentimos una imperiosa necesidad de que se vea "quién manda aquí", y a menudo actuamos empujados por ese sentimiento de vergüenza propia más que por el bienestar emocional del niño: "no llores, que ya eres muy mayor", "mira, ese niño no llora, ¿no te da vergüenza?". Hay que tener claro que el comportamiento expresa necesidades del niño, y hay que centrar nuestra atención en descubrir cual es esa necesidad y cubrirla en la medida de nuestras posibilidades. 

3. Responder en el momento, con calma, como un director ejecutivo: Lo del director ejecutivo lo dice mucho Janet para ayudar a visualizar, aunque no sé yo si para nosotros funciona ese modelo. Vendría a ser la imagen de un buen jefe, pero no tengo yo claro que ese sea un modelo lo suficientemente extendido en España como para que la imagen sea verdaderamente útil. En resumen, hay que responder con firmeza y con mucha tranquilidad. Tono neutro siempre que podamos. Nada de gritar y ponerse nervioso. La frase mágica, y lo que para mí fue la primera herramienta para sustituir en este caso los gritos: "No voy a dejar que X" o "No quiero que X" mientras se bloquea con la mano el movimiento. Si el niño insiste y el adulto empieza a mosquearse significa que está dando más oportunidades de la cuenta. Aprende a reconocer donde está tu límite y corta la situación antes de llegar a él. Por ejemplo, el bebé quiere subirse a la mesa desde tu regazo donde está sentado (seguro que a algunos de mi familia les resulta familiar este ejemplo), le dices con toda la tranquilidad del mundo "No quiero que te subas a la mesa" mientras le bloqueas suavemente la pierna que está intentando alzar. Si el niño insiste, repites hasta que una de dos: el niño desista, o tú te estés cansando en cuyo caso te levantas y sacas al niño de la situación. Lo mismo con cosas como: tocar el enchufe, pegar al perro... Lo importante es entender que necesitan tono tranquilo y bloqueo físico. Gritarles "¡Te he dicho mil veces que no le pegues al perro!" desde el sofá no es igual de efectivo.

4. Habla en primera persona: Me declaro culpable, señoría. Este me lo he saltado a la torera. La teoría es que es mejor hablar en primera persona porque así les ayudas a distinguir entre los pronombres "tú" y "yo" (los pobres, qué lío se hacen), y porque favorece una comunicación más directa entre el adulto y el niño. Resulta una comunicación más efectiva un "No voy a dejar que me pegues" que un "No se pega a mami". Pero vamos, aquí la menda se ha referido más veces a sí misma en tercera persona que Aída Nízar. En esta parte, como en los antiguos boletines de nota Necesita Mejorar.

5. No utilices la técnica del tiempo fuera (el rincón de pensar): de esto ya hablamos en un post anterior, y es uno de los principios básicos de la disciplina positiva o respetuosa. Los castigos y los tiempo fuera no ayudan. Lo que añade Janet es que siempre hay que ir a la causa. Si el niño se está portando mal y creemos que puede ser porque está cansado, será hora de irse a casa. Hay que plantearlo como una manera de cubrir sus necesidades no como un castigo. No se trata de "¡si te sigues portando mal, nos vamos a casa!" (sobre todo si no tenemos intención de cumplirlo, porque una amenaza de un castigo exagerado y desproporcionado que sabes que no vas a cumplir es perjudicial se siga la forma de crianza que se siga) sino, "Veo que estás cansando, dentro de 5 minutos nos vamos a casa" y si el niño protesta porque en realidad no quiere irse, pues no pasa nada. Él tiene el derecho, y la obligación, de expresar sus emociones, y nosotros tenemos la obligación de hacer lo que consideramos mejor para su bienestar. Y si no puedes irte a casa por la razón que sea, al menos sé compasivo con el peque y entiende que él no tiene la culpa. 

6. Consecuencias: ¡A-ha-há! ¡Los "sustitutos" de los castigos en la disciplina positiva !Los actos tienen una consecuencia natural, por regla general, y lo ideal es dejar que esas consecuencias se encarguen de enseñar a los niños lo que está bien de lo que está mal. Pero a veces la consecuencia natural es demasiado grave o no responde adecuadamente a las necesidades de la familia, con lo que sería adecuado establecer una consecuencia lógica. Para que nos aclaremos, un ejemplo, imaginad que ponéis una norma: "Por la calle hay que ir de la mano". Una consecuencia natural a no cumplir esa norma podría ser llevarnos un susto gordo con un coche. Evidentemente es una consecuencia que no estamos dispuestos a dejar que suceda, así que pasamos a una consecuencia lógica: "Andar por la calle sin darme la mano es peligroso. Si te sueltas de mi mano nos iremos a casa/tendrás que ir en el carrito/en la mochila. Mi trabajo es mantenerte a salvo." Y cumplir la consecuencia a la primera. Un castigo sería algo que no tenga relación con la "infracción" por ejemplo: "¡Como te sueltes de la mano, esta tarde no vamos a la piscina!" También se pueden establecer consecuencias para normas sociales como "No levantarse de la mesa mientras comemos" (si es que esto es algo importante para tu familia). Una consecuencia natural de esto sería que la comida se enfría y ya no está tan buena. Una consecuencia lógica sería "Si te levantas de la mesa significa que ya no quieres más, así que retiraré tu comida". Un castigo supongo que podría ser castigarle sin ir al parque o mandarlo a su habitación, por ejemplo. El tema clave de las consecuencias es que no se entiendan como una venganza. Es imprescindible que estén directamente relacionadas con lo que supuestamente han hecho mal, y que se lleven a cabo de manera firme y extremadamente tranquila.

7. No riñas a un niño por llorar. No, por favor. Está expresando un sentimiento, que consigas que deje de expresar ese sentimiento "por las buenas o por las malas" no significa que el sentimiento desaparezca. Aprender a ocultar tus sentimientos no es lo mismo que aprender a gestionar tus emociones. Lo ideal es permitir la expresión natural de sus emociones, a poder ser en un lugar seguro (si hace falta, llévatelo a un lugar más discreto), ayudarle a ponerle nombre a sus emociones ("Estás enfadado porque querías quedarte más rato en el parque"), empatizar con él ("Lo sé. Es un rollo tener que irse cuando te lo estás pasando tan bien") y que se sienta acompañado ("¿Necesitas que te dé un abrazo?"). Dejadle que exprese libremente su enfado, frustración, pena, miedo y enseñadle a hacerlo de manera adecuada si lo veis necesario ("No voy a dejar que me pegues. Si necesitas dar patadas a algo porque estás muy enfadado, puedes dar patadas en el suelo. Así.") Una correcta gestión de las emociones desde el principio es esencial para una óptima educación emocional. 

8. Amor incondicional. No podemos arriesgarnos a lanzarles el mensaje de que "sólo te quiero si te portas como yo digo", porque este mensaje crea frustración, desconfianza, miedo, inseguridad... Nada de "¿No quieres recoger los juguetes? ¡Pues ya no te quiero!" porque los niños nos toman la palabra al pie de la letra. También es importante mantener el control de nuestras emociones y actuar antes de llegar a enfadarnos, porque cuando nos enfadamos con ellos sienten que les hemos dejado de querer y siempre terminamos empeorando la situación.

9. NUNCA des una nalgada. De esto también hemos hablado ya. Es probablemente una de las cosas que más daña una relación entre padres e hijos. A corto plazo puede parar el comportamiento, pero a la larga es tan perjudicial que no merece nunca la pena. Y si alguno de los que me estáis leyendo estáis pensando en eso de "Qué exagerada, a mí me pegaban mis padres y no estoy traumatizada" te diría que sufres lo que se llama una Normalización del maltrato, y que ya en sí está catalogado como síntoma de trauma. Un adulto haciendo daño voluntariamente a un niño pequeño e indefenso debería hacernos saltar las alarmas siempre, y si no lo hace es que hay algo que está mal en nosotros. Y ante la duda solo hay que sustituir la palabra "niño" por la palabra "esposa". Y si pensáis que no es lo mismo es porque consideráis a los niños como ciudadanos de segunda con menos derechos que los adultos, que es exactamente lo que pasaba con las mujeres hace no tanto cuando el maltrato estaba normalizado y se decía aquello de "Mi marido me pega lo normal".

Con otros argumentos más prácticos, añadiría que si pegamos a los niños les estamos enseñando que los conflictos se resuelven a golpes, especialmente si el conflicto es con alguien más débil que tú. Y no creo que ese sea una lección que queramos que nuestros hijos aprendan por nuestra culpa. Y si además conseguimos que se crea que le pegamos porque le queremos y lo hacemos por su bien, estaremos sentando las bases para que asocie amor con violencia, con lo que estaremos abonando el terreno para unas posibles situaciones futuras de violencia de género.

Fuente: crianzarespetuosayconsciente