miércoles, 1 de marzo de 2017

Cómo cultivar la paciencia en los niños

En un mundo de gratificación instantánea, la paciencia es un arte perdido. 
La buena noticia es que se puede desarrollar un músculo interior especial para cultivarla.

A finales de 1960 el profesor Walter Mischel realizó un experimento en la Universidad de Standford conocido como “La prueba del marshmallow”. Los participantes fueron niños de cuatro años de edad, a los que uno a uno iban dejando en una sala, sentados frente a un bombón. Los investigadores les explicaban que si lograban esperar 20 minutos antes de comérselo, les darían muchos más. Algunos niños pasaron la prueba, mientras otros, a los pocos minutos, picaron el dulce anzuelo y se lo comieron de un bocado.

Lo notable es que la investigación no concluyó ahí: 45 años después otros investigadores contactaron a  los participantes originales y descubrieron que los mismos niños que habían sido capaces de postergar la gratificación inmediata por una recompensa superior habían crecido hasta ser adultos más pacientes. En términos cuantitativos, “ellos tenían mayores puntuaciones en los exámenes, índices de masa corporal más bajos y una tasa de divorcio ligeramente inferior”, explica BJ Casey, Ph.D., una de las autoras del seguimiento.

Un estudio del 2004, publicado en el Journal of Personality encontró que esta virtud se correlaciona con una alta autoestima, mejores calificaciones y mayores habilidades interpersonales.

La paciencia permite trabajar de forma colaborativa, tener buenas relaciones con los demás y avanzar hacia las metas. Pero además, en la vida diaria se demuestra que las personas pacientes son más amables: saben esperar su turno, no interrumpen a los demás mientras están hablando y no se cuelgan de la bocina en los tacos.

Lamentablemente, la paciencia está en la lista de virtudes humanas en extinción en la era de la inmediatez. Un estudio realizado por la Universidad de Massachusetts en el año 2012, encontró que aproximadamente una cuarta parte de los usuarios de Internet abandonan un video en línea si demora más de cinco segundos en cargar, siendo que el navegador promedio tarda diez segundos en hacerlo.
LA RAÍZ DE LA PACIENCIA
En los adultos y los niños, el desarrollo de la paciencia depende de factores biológicos y ambientales. Las raíces genéticas de la impaciencia incluyen un reflejo más intenso, que entra en acción como un mecanismo de supervivencia en situaciones de estrés, ansiedad o depresión.

En los niños, que son naturalmente menos pacientes, el desarrollo del cerebro también juega un papel. El circuito prefrontal, que participa en la autorregulación, se desarrolla hasta los 20 años y por eso los niños y adolescentes son más impulsivos. En este sentido, el componente del ambiente y la crianza es clave. Por ejemplo, si un  niño crece junto a padres sobrepasados por la actividades, sin tiempo para una sonrisa, también aprenderán a manejar los acontecimientos con más ansiedad. En cambio, los niños cuyos padres han entendido la importancia de desarrollar el músculo de la paciencia, aprenden a esperar en lo pequeño y en lo grande.

LA PACIENCIA NO SE AGOTA
Para tener paciencia hay que partir por entender de qué se trata. Primero, la paciencia no es medible, como la bencina en el estanque del auto. Por eso es un error decir: ‘Se me está acabando la paciencia’. La paciencia y la impaciencia son sentimientos que dependen de una mezcla de perseverancia, aceptación y calma. Cuando las personas logran adquirir esas tres cualidades, se transforman en personas que enfrentan la vida con paciencia.
Segundo, la paciencia se puede adquirir. ¿Cómo se obtiene si no se nace con ella? Mediante un ajuste del cableado cerebral. El cerebro está siendo constantemente refinado por nuestras experiencias, por eso la repetición de hábitos y la perseverancia, y todos los ejercicios mentales que uno haga, influyen. Por ejemplo, anotar la palabra paciencia en un post it que cuelga del computador y leerla cada cierto tiempo, ayuda a recordar lo ventajoso que es no perderla.
Existen otros ejercicios, que son efectivos para modificar nuestras reacciones y aprender a vivir con aceptación y calma: no alterarse porque el ascensor se detiene en cada piso y en vez de eso, saludar a cada persona que sube; meditar sobre cosas positivas de nuestra vida o rezar mientras se espera nuestro turno en una consulta médica o al hacer un trámite; cultivar el estado de ánimo calmo oyendo melodías suaves durante los traslados en auto o metro.
CÓMO ENSEÑARLES LA PACIENCIA A LOS NIÑOS
• Cultivando hábitos: Preparar el uniforme escolar y la mochila la noche anterior implica perseverancia, pero al día siguiente permite enfrentar la mañana con calma.
• Haciendo una cosa a la vez: La dispersión es la mayo enemiga de la concentración y ésta, una aliada de la paciencia. Si un tenista no se concentra en el juego, cada juego le parecerá eterno.
• Aplacando los pensamientos negativos: La impaciencia muchas veces está relacionada con malos augurios. ‘No vamos a llegar nunca’, dice un niño en medio de un taco camino al partido de fútbol. Podemos contestarle: “Quizá lleguemos un poco tarde, pero vamos a llegar. Y muchos padres deben estar en este mismo taco”. El pensamiento negativo muchas a veces lleva a ser impaciente. En este sentido, la paciencia es un aspecto importante de una personalidad optimista.

JUEGOS DE PACIENCIA
Los expertos coinciden en que estas actividades ayudan a construir la paciencia en los hijos.

• Planten un Jardín: Siembren una semilla y vean cómo crece cada día. ¿Sin patio? Un macetero en la ventana también sirve.
Cocinen en familia: Funciona bien porque hay que conseguir los ingredientes, combinarlos y luego esperar el tiempo de cocción.

• Hagan una lista de deseos: Nunca es demasiado temprano para hacer una lista de regalos para el cumpleaños o Navidad. Cuando el hijo recibe sus regalos, la recompensa es especialmente dulce.
• Armen un rompecabezas: De 400 a 2000 piezas. Lo importante es resistir tentación de suplantar a los hijos buscando las piezas más difíciles.
• Planifiquen una sorpresa: Esto ayuda a que los niños aprendan el valor de la demora en la gratificación, incluso si la sorpresa consiste en llevar el desayuno al papá el próximo fin de semana y planearlo varios días antes.
• Observen orugas: Se necesitan de 7 a 10 días para las orugas que se adhieran a las ramas de un árbol y otra semana antes de que emerjan como mariposas. Si tienes la suerte de encontrar una oruga en tu jardín, llama a tus hijos y no las pierdan de vista.
Fuente: Eres mamá

No hay comentarios:

Publicar un comentario