lunes, 27 de marzo de 2017

6 sorpresas de los primeros días después del parto

Mi marido y yo aprendimos muchísimas cosas en los meses en los que fuimos a clases prenatales, pero resultó que había un montón de cosas más que ocurren antes de que abandones el hospital y que no habíamos aprendido. 

Yo siempre he sido de la idea que es mejor saber una verdad por más cruel que sea, a una mentira piadosa... Nadie se dignó a contarnos nada de lo que pasaría después del parto, supongo que la mayoría de la gente se imagina que cuando has tenido al bebé ya has pasado por todo, así que no merece la pena explicitar las muchas paradas que tendrás que hacer en el camino de vuelta.
Pero como yo sí me preocupo por todo, quería contarles algunas experiencias sorprendentes que he vivido tras el parto y de las que me hubiera gustado tener noticias antes:

1. Puede que cuando todo empiece, te vuelvas loca

Sí, yo pensaba que estaba sumamente preparada. Cuando me llevaron al quirófano, ya llevaba unas horas pensando en la cesárea. Pero no estaba lista para el ataque de pánico descomunal que llegaría cuando tuve que sentarme para que me pusieran la epidural. Miré a mi alrededor y vi todo el equipo y a todas las enfermeras apresuradas por organizar las cosas. Entonces, de repente, me di cuenta de que el tren ya había salido de la estación, y que yo no tenía el control: los bebés estaban a punto de salir (mi embarazo era de gemelos). Supongo que me puse blanca, porque mi marido dejó de preguntarme si estaba bien. De alguna manera, yo también conseguí contener mis ganas de pedirle a todo el mundo que esperaran una media hora para que me pudiera pensar bien las cosas. Me costó mucho no hacerlo, mucho. Pero, por suerte, me las ingenié para soltar un "estoy bien", y me tragué el miedo.


Recuerda que es mejor esconder la locura que compartirla con alguien que pueda llamar a los servicios de protección del menor.

2. Las cesáreas no son necesariamente la opción menos dolorosa

No había pensado demasiado en el dolor de la cesárea. Al fin y al cabo, no es lo mismo que un parto natural y sin anestesia. Como me iban a dopar antes, durante y después de dar a luz, no iba a sentir nada, ¿no?
Sentí agonía tras la cesárea. Sí, AGONÍA. Apenas pude soportar la ducha del postoperatorio... Cuando el agua me dio en el estómago, creí que me moría. ¿Y sabes otra cosa que también fue muy difícil? Ponerme de pie recta, porque me tiraban los puntos. Durante largas semanas me convertí en una figura encorvada a base de analgésicos. 
También he de decir que esto no le ocurre a todo el mundo; tengo amigas que apenas han sentido dolor y que podían andar el día después de la cesárea. Puede que yo sólo sea una exagerada, o quizás las demás mujeres que conozco sean unas heroínas. Incluso puede que sean las dos cosas a la vez.

3. Por favor, discúlpenme, pero algo acaba de salir de mi vagina

No tenía ni idea de que después de que saliera el bebé, de que recogieran la placenta y te cosieran, todavía quedaban muchas cosas por salir de tu cuerpo. Puedes estar tumbada en la cama del hospital disfrutando del postre cuando de repente algo sale de tu cuerpo. Les aseguro que no hay nada como estar hablando con tu suegra mientras sientes que algo se desliza por tu vagina. Resulta bastante desconcertante.
Estuve sangrando varios días (si no semanas) tras el parto. Lo cual me lleva al punto siguiente, a la prenda de ropa interior favorita de las mujeres que acaban de dar a luz:

4. Las braguitas desechables

Ay, esas famosas redes elásticas, o las de usar y tirar de papel. ¿A que son fantásticas? Bueno, tómatelo como otra forma más de conexión con tu bebé.

5. Y luego te quitarán las grapas!

Cuando me cerraron, se me olvidó que en algún momento deberían retirarme las grapas. ¡Vaya! No me pasó por la cabeza hasta que la enfermera vino a hacérmelo. Ya había sufrido suficiente, así que me quedé petrificada cuando vi a la enfermera llegar con un par de alicatas pequeñas. Ella intentó tranquilizarme diciéndome que no me dolería. Con una mano agarré a mi marido y con la otra me tapé los ojos antes de que empezara. A decir verdad, no dolió en absoluto. Entonces la enfermera dijo: "Vale, vamos con la siguiente fila". era la peor enfermera del mundo, y a partir de ahí nos hicimos mejores amigas.

6. Mis pechos...

Se llevaron a los dos bebés a la unidad de cuidados intensivos neonatales, así que empecé a producir leche en la habitación. Me imaginé que al principio no sería demasiado, pero al tercer día, la mujer de la limpieza se me acercó, me miró el pecho, acercó sus dedos y, con voz de preocupación, me dijo: "¡Qué pequeñas!" Tuve la sensación de que lo de dar el pecho me iba a costar más de lo que yo creía.
Mi pecho y yo nunca llegamos a buen término. Cuando volvimos a casa, seguí teniendo problemas, así que fui a la unidad de lactancia para pedir ayuda. La enfermera echó un vistazo y dijo: "Te va a resultar un poco más difícil de lo normal porque tienes los pezones planos".
¿Perdone? ¿Qué es lo que ha dicho? Nunca había oído eso de tener los pezones planos. No tenía ni idea de que existían diferentes nombres para los diferentes tipos de pezones. Tampoco tenía ni idea de que los míos no eran normales. (Estuve a punto de decirle que nadie se había quejado de ellos hasta ahora) Pero, de nuevo, me contuve y logré ocultar la locura. Así que sólo le dije: "¿Y qué tengo que hacer?" Y ella contestó: "Bueno, puedes darles el pecho, pero te va a costar más tiempo y energía que al resto". Estas cosas no se les debería decir a alguien con gemelos de tres semanas que no ha dormido más de dos horas seguidas desde que nacieron. Así que yo dije: "Vale, me doy por vencida. ¿Qué marca de leche me recomiendas?"
Estas son algunas cosas que me pasaron y no sabia, por eso lo comparto para que ustedes conozcan lo que pasa después del parto y no tomamos en cuenta...
Y a tí ¿qué te pasó antes de salir del hospital?
Fuente: huffingtonpost

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