1. Abrigarlo para dormir
La temperatura es uno de los factores que más condiciona el sueño del bebé, junto con la luz de la habitación y el ruido.
Para ayudarle a que tenga un reposo reparador, lo ideal es que exista una temperatura de entre 18 y 21 ̊C. Por encima o por debajo se altera la calidad del sueño del niño y se producen más despertares.
Es preferible conseguir esa temperatura por medio de la calefacción que poniendo más ropa en la cuna. Los edredones o mantas limitan los movimientos del niño y pueden llegar a agobiarle, entorpeciendo sus horas de descanso.
Es importante elegir un sistema de calefacción que no reseque en exceso el ambiente. En cualquier caso siempre es buena idea consultar con el pediatra la posibilidad de utilizar un humidificador en su dormitorio.
2. Obsesionarte con el peso del bebé
El peso y la talla son, por lo general, los aspectos que más preocupan a las madres.
La cita quincenal con la báscula se puede convertir para muchas en un momento de alegría desbordante –cuando el bebé ha engordado– o en una decepción sin límites si, por el contrario, le faltan unos gramos para alcanzar la medida que ellas consideran satisfactorio.
Y lo mismo ocurre con la talla. Hay que tener claro que cada niño es diferente y no siempre existe un problema cuando no se cumplen unas normas estándar.
3. No permitir que toquen al niño
Es muy común que seamos sobreprotectoras, pero tenemos que saber que a veces no es necesario.
El miedo a que alguien enfermo contagie a tu hijo si le besa o le toma en brazos es muy común en todas las madres, sean o no primerizas. Debido a esta obsesión las mamás suelen esterilizar todas sus cosas. Sin embargo, es de sentido común saber que si alguien está enfermo, no debemos llevar cerca de esa persona al pequeño para evitar contagios.
De la misma manera, tampoco es adecuado (ni educado) montar una escena e impedir que la gente se acerque al pequeño para mirarlo o a tocarlo. Esto tendría sentido si lo hace alguien que no conoces, pero en personas cercanas a la familia sería toda una descortesía y falta de tacto.
Fuente: Padres e hijos
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