Ser madre y profesionista es posible.
Solo debes desarrollar talentos y
competencias que te hagan sentir orgullosa y satisfechas en ambos campos de tu vida.
Actualmente,
vivimos en una época que nos brinda beneficios para desempeñarnos en campos en
los que nuestras abuelas o incluso mamás no lo hubieran pensado.
Tenemos
la oportunidad de desarrollar talentos y competencias que nos pueden hacer
sentir orgullosas y satisfechas; no obstante si somos mamás, a veces
consideramos que no logramos lo suficiente y queremos lograr resultados
positivos tanto en el trabajo como con nuestros hijos.
Y
justamente de esto es de lo que quisiera hablar en este artículo. En mi
experiencia, escucho de manera constante a varias ejecutivas preocupadas por
mejorar su liderazgo en las organizaciones, así como por consolidarse como
buenas madres. A este respecto, quisiera
hacer cuatro recomendaciones:
1.
Define tus metas y prioridades
Este
es un punto básico: identifica cómo te quieres ver en 5 años en tu vida
profesional. ¿Qué quieres lograr? Y con base en esto, realiza un plan de
trabajo.
EXPRESS
Noticias
#paraelcafé del 19 de mayo de 2016Por qué ser mamá debe ser una profesión
Lo
mismo tendrás que hacer como mamá. Por favor te pido que no contestes “Ser
buena mamá”,se trata de especificar: “¿Cuál considero el modelo de buena mamá?”
2.
Asume tus decisiones
Cuando
hayas cumplido el primer punto y tengas esta claridad de prioridades, no
dudarás cuando tengas que tomar una decisión.
Una
ejecutiva me contaba que a su hija le habían diagnosticado una enfermedad
complicada que necesitaba asistencia a terapias y atenciones de parte de ella
para acompañarla en el proceso; la mujer
sin temor alguno, decidió renunciar y conseguir un trabajo de medio tiempo que
le permitiera estar cerca de su hija.
Quiero
enfatizar, que una vez que tomó la decisión, la asumió de una manera firme y
determinada. Nunca más la escuché decir: “Cuando yo trabajaba en… y tenía tal
puesto… ahora no es igual”.
Cualquier
decisión implica forzosamente una renuncia. Pienso que a veces, orientamos más
nuestros pensamientos a lo que dejamos, que por lo que optamos.
3.
No te califiques por un solo acto
En
alguna ocasión una ejecutiva me platicaba que no había podido llegar al
festival de su hijo porque había surgido una emergencia en su oficina.
La
mujer estaba consternada y entre lágrimas, se calificaba como: “Soy una mala
madre”. ¿No sería mejor pensar que una
omisión no representa a la persona total?
“¿Cuántas veces te has sentido molesta con algún comportamiento de tu
hijo: berrinche, malas contestaciones, calificaciones bajas, etc? No obstante,
lo sigues amando de manera incondicional: puedes odiar el comportamiento de tu
hijo, pero a él lo seguirás amando.
Es
necesario separar comportamientos de personalidad, si una vez te equivocaste
por no llegar al festival no significa que en la totalidad seas mala madre.
4.
Revisa tu nivel de auto exigencia
El
último punto se refiere a la severidad con la que te evalúas en el trabajo, en
la casa, con tus amigas. Es muy curioso darse cuenta que algo que nos
diferencia de los hombres es cómo ellos pueden atribuirse fácilmente los
éxitos; las mujeres cuando por fin aceptamos un éxito, volteamos a nuestro
alrededor para compartirlo o lo asignamos a la suerte.
Si
Sheryl Sandberg, Directora de Operaciones de Facebook, puede salir todos los
días a las 17.30 hrs. para ir a cenar con sus hijos, revisa qué podrías estar
haciendo mal y enfócate a mejorarlo.
¡Tienes
muchas posibilidades para hacerlo!
La
autora es Directora General Icon Lead, tiene más de 18 años coordinando y
ejecutando planes de formación y capacitación para ejecutivos en temas de
liderazgo, coaching e imagen ejecutiva.
Fuente: Alto Nivel
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